sábado, 17 de noviembre de 2012

ME GUSTA ...

Me gusta la creatividad, el arte, la innovación, la música, el teatro, las buenas ideas. Lo nuevo, lo viejo, lo... muy viejo, la ciencia, la literatura, el trabajo y a quien trabaja duro, la gente, el frenesí, la frescura, la ternura y la comprensión. Adoro la libertad y ya... no temo al tiempo, ni a la soledad que siempre me acompañó y que ya no está entre mis prioridades. Amo la vida y comprendo la muerte, quiero vivir mientras viva y desearía morir con todos mis pecados perdonados. Me encanta el deseo vehemente con que algunas personas persiguen sus sueños y comprendo los fracasos de los que no han podido conseguirlos. Entiendo a los incomprendidos con la certeza de que yo lo he sido. Temo a los machistas, racistas, engreídos, acosadores infames, a las personas que se maltratan, a los que consideran la guerra como una transacción económica , a los que no utilizan la palabra como arma, a los que imponen sus criterios por la fuerza y creen tener razón, a los que; maltratar un animal les parece un acto de regocijo supremo, a los que excusan sus debilidades maltratando a los de su misma condición. Por lo demás no creo que odie absolutamente a nadie más que a los que no quiero odiar.

MI VENTANA


Tengo que reconocer que la nueva ventana que preside mis días es algo especial. Vivo en el campo y por ese escaparate pasa de todo; aves, bichos, aviones muchos aviones y nubes muchas nubes, e ilusiones, muchas ilusiones. Reconozco que las ilusiones son recuperables, pero no conseguibles, ni siquiera en mis más excéntricos sueños pienso en recuperar esa lucidez que me abandonó, ni la frescura de mis sueños y ni siquiera deseo ser nada más de lo que soy. Pero reconozco que un atisbo de egoísmo inunda mis deseos más íntimos y mi ventana me transporta a sueños que estoy seguro, no voy a poder conseguir.

NADA

Nada me falta y nada quiero. Nada tengo y nada deseo. No quiero posesiones, no añoro el dinero, no necesito a nadie y me encantaría decir que a nadie debo. No encuentro el amor ni el cariño verdadero, ni me sustentan estos versos, ni el aire, ni siquiera tus besos, seas quien seas, si existes.
Maldita sea la hora en que me entremetí en tu sino, seas quien seas al final has vencido, nunca hubo vehemencia, ¿verdad? y ¿si ibas a muerte? haberme matado al principio, amigo. ¿Por qué tanto castigo?. Allá voy, ¿no me esperabas? no hay miedo, nunca lo ha habido, solo un color, el negro, que a partir de ahora será tu castigo.
Muchas palabras, muchos besillos, muchas fábulas sin recibo. Nada de nada, solo desprecio he recibido, el que nunca yo hubiera dado ni a quien me ha vencido. Maldita la hora, maldito, maldito.

El gatillo


 
Tengo un gato pequeño, muy chico, un mes tendrá. Es juguetón pendenciero y temerario. A su corta edad ya ha estado a punto de morir, un par de veces, en las fauces de algún perro que igual solo quería jugar, pero a este se le salía el corazón por la boca del susto. A este chiquitín nadie le quiso, su madre parió cuatro crías y de tres visitas ninguna de ellas le eligió, se llevaron los otros. Es negro. ¿Seguiremos siendo supersticiosos en pleno siglo XXI?, reconozco que desde que le vi, no quise que nadie se le llevara, me parecía un gatillo simpático. Ahora somos amigos, el me muerde, me araña, me vacila, me huye y creo que hasta me quiere, se enrrolla en mi brazo cuando escribo en el orenador y se acuesta en mi regazo algunas noches, no todas, es un gato… El otro día tenía un ojo hinchado y tenía mala pinta, así que la llevé al veterinario. Cuando le estaba mirando la chica el ojo se revolvía pero, no con ganas. ¿Sabía que había problemas ahí? Cuando la veterinaria salió el se arregostó en mi regazo, se arrebuño como si fuera un paquetito huesudo y con pelo entre mis manazas y ahí se quedó. Creó que me quiere, que no es poco pedir hoy en día. Vivo en el campo y es fácil escaparse por la verja. Anoche salió y hubo un momento en que no supe donde andaba, quien me conozca pensará que estoy mayor… y creo que es verdad, me embargó una tremenda tristeza por no saber donde estaba el gato… es tan difícil encontrar quién te muerda y arañe y te quiera en estos días. Bueno después de buscarle desesperadamente y de no encontrarle por ningún sitio, me recosté en el sofá y encendí la tele; “este no vuelve”, pensé. Y al rato aparece tan chulillo como son los gatos así, tan chicos y flacos, y se lía a morderme el dedo gordo del pié, y me asalto una alegría tan grande. De hecho estoy escribiendo esto y esta restregándose en mi brazo. ¿Sabrá que hablo de él?

Adiós Felix

Tengo un viejo azadón en mi casa que compraron mis padres hace mucho tiempo. Tiene un fallo; el diámetro de la azada metálica no se corresponde al del astil de madera y es imposible cavar la tierra porque se sale. No me da la gana comprar otro astil, que sería lo más razonable. Tampoco lo utilizo demasiado, por lo que me da un poco igual que se salga. Si comprara uno que se adecuara al diámetro correcto quizá tendría que cavar más, y ¿para qué? La única manera de que “funcione” es sumergir el “conjunto” en agua un día antes. Al día siguiente la madera se ha dado de sí, y funciona a la perfección.

Bien, esta noche acabo de meter el azadón en agua, mañana tengo que enterrar a mi amigo Félix. (Es el de la foto, no vaya a ser…), nunca estuvo bueno del todo, nació mal. Nunca dio guerra, ni pidió más ni menos. Nunca fuimos íntimos, pero tampoco ajenos, dormimos muchas veces juntos, nos oímos respirar y hoy le tenido que quitar ese privilegio, el de respirar... Maldita sea.

Al final va a resultar que tengo éxito con las chicas y una de ellas se ha fijado en mí y no me deja ni a sol ni a sombra, lo malo es que es la parca maldita, que a cada paso que doy sigue estando ahí, sin faltar ni un día. Y recordándome que me espera. Lo bueno es que algún día me tendrá, jejejeje.

Va, adiós Félix. Nos vemos

Versión "Cherino 2.2.5."


Creo que por fin está alejándose de mi vida la época oscura, esa ciénaga inmunda en la que perdí toda mi dignidad, creo que ese hedor que habitaba en mi, enmascarado en el sentimiento de culpabilidad; ha desaparecido. Ahora sé lo que quiero y sé hasta donde puedo llegar.

Solo me quedan dos o tres pasitos para recuperar el equilibrio perdido y volver a ser como fui, pero muy mejorado. Creo que siempre he sido buena persona, pero vuelvo siendo mejor aún (versión Cherino 2.2.5).

Hice daño sin desearlo a personas queridas que no lo merecían. Si tengo éxito en mi nueva vida; se lo brindo a ellos, a quién solo con su paciencia me han enseñado qué es la amistad verdadera.

A quién nunca creyó en mi recuperación y me abandonó a mi suerte, tengo que decirles que yo nunca lo hubiera hecho. Les perdonaré porque yo no soy como ellos pero nunca olvidaré. Espera que más pronto que tarde acabaremos lo empezado juntos y quedaré liberado.

ACECHO


Hay algo por aquí que me aturulla y me estremece. Algo que acecha y caza entre mis torpes pasos, que penetra en mi territorio, que no hace ascos a mi dolor. Algo que desea luchar y grava las muescas de mis derrotas en la piel que no es mía, mostrándomelas después con regocijo e hiriéndome con saña el corazón.